sábado, 3 de marzo de 2007

Charcos de olvido



Es cálido, un abrazo, un retazo de mundo que me abarca y me rodea por un instante. Presiento que luego de este momento sólo va a quedar un sabor de vacío...


Te miro, lentamente evades mis ojos... hay muchas respuestas en tus pupilas, y no quieres lastimarme.


Me acerco impresionada... toco el dorso de tu mano, y como un chispazo eléctrico la alejas de mí... gélido es el momento, me muerdo el labio inferior, deseando que surjan las palabras, que pueda decirte que no sé si odiarte o abrazarte, si comprenderte o ponerme en primer y último lugar a mí.


Estoy cansada de este juego de culpas, de ser la sumisa, la veterana de guerra que siempre cae derrotada sin halos de victoria.






¿¿¿Me escuchas???


Oye...


Despierta.


Me revuelvo en las sábadas, un turbulento eco de ausencia ha quedado en el colchón...

Huele todo a ti, ese perfume a guardián...

Te me escapas de los recuerdos, y pronto es otro rostro que anida en mi mente y mi corazón.

Me tratas de tirana, embustera, hechicera...

Me he quitado tu embrujo, y esa voz somnolienta que me había convertido en tu esclava...

Ya no dueles...

Ya no queda de ti, más que un charco de olvido.